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28 septiembre 2011

24 Horas Non Stop La Breña Xtreme


Y es que realmente he de confesaros que después de lo cansado que terminé la prueba que da título a esta crónica pensé,,, y ahora como relatar tantas y tan buenas sensaciones en una parrafada pero, ¡¡ plim !! , se me encendió la lucecita, y pensé, ¿a quién puedo engañar?, miré a Pedro, mire a Marcelo... ummhh perros viejos, no vale.
A mi otro lado estaba Juan... tampoco valía porque lo engañé cuando debutó en el Homenaje a la Legión, así que como si hubiera aparecido Halle Berry por la playa de la Caleta en "Muere otro Día" vi a Zeb Miarma, exultante debutante que no sería capaz de decirme que no a tanto honor Zebulon y la verdad que para nada me ha defraudado con su crónica, ahí os la dejo para deleite de todos:

La Breña por Zeb Miarma

Para mí, que soy novato en estas lides, de la literatura pública y las carreras (sean del tipo que sean), el hecho de escribir esta crónica supone un doble reto. Por un lado, el ser capaz de expresar todos mis sentimientos, todo lo vivido en carrera y el desarrollo de ésta, y por otro lado, el no caer en la tentación de tirar de hemeroteca y copiar, cuál negro de Ana Rosa Quintana, los preciosos y precisos relatos de mis antecesores.

Pero para esto último, he de reconocer que ya era tarde, porque uno, que es un avezado seguidor de éste club y su blog, ya tenía leídos y releídos la gran mayoría de éstos. Y hay un punto común que se repite en todos y que, lógicamente, no por no repetirlo, lo dejaré de decir, y es la palabra SATISFACCIÓN.

Al hilo de lo anterior, en buena parte de las crónicas leidas, la reflexión final al entrar en meta era algo así como "No corro ninguna más", y sin embargo, a la mañana siguiente al despertar, el primer pensamiento era “¿Cuándo es la próxima?”. Pues bien, ¡miedo me da! porque no sé si por un exceso de adrenalina o de tontería congénita, mis pensamientos eran radicalmente opuestos, del orden de “¡Carajo! Vamos a dar otra vuelta!” ó “¡Qué ganas tengo de que llegue la Turdetania!”. Sí, así es, y espero por esto, no dejar de mí, en los que no me conocen, una falsa imagen de soberbia o arrogancia pero es que mis sensaciones fueron como en una nube desde el km. 0 hasta el 78. Con esto no quiero decir que fuera un camino de rosas, que en absoluto lo fue, ya que sufrir, se sufrió, en un terreno que, como no he conocido otros de similares circunstancias (díganse Homenaje ó 101), no puedo comparar, pero que, tanto a mí como al resto de la expedición, nos pareció de una dureza importante.

Y si digo que me da miedo es por aquel dicho de “…más dura será la caída”. Veremos si el día que me llegue el hombre del mazo no me vuelvo a levantar.

Cuando me comentaron Mirmano y Marcelo que Salvi era baja de última hora para La Breña y que si quería ir sustituyéndolo, tenía claro que utilizarían todas sus armas de encantadores de serpientes, conseguirían engañarme (bendito engaño) y acabaría haciendo el loco e iría pero también pensaba que ésta no era mi prueba. Y que no lo era, no porque creyera que no estaba capacitado para hacerla, sino porque sabía que llegaba demasiado poco preparado en cuanto a kms. pateados.

Para los que no lo saben, el hecho de que el sábado acompañara a éstos cuatro campeones (Oli es el quinto, pero no lo meto porque fue por libre cuál gacela subsahariana….¡dos cohone ahí!), pero sobre todo amigos, por los pinares y sendas dunares de Barbate no fue ni más ni menos que una rocambolesca carambola de esas que, de vez en cuando, se da en la vida y que comienza hace escasamente dos meses con un paseo dominical y de huevos escardaos de 7 kms. por Camposoto, continua con un "voy a empezar a salir a andar por las tardecitas, ¡a ver qué pasa!", pasa por un "quillo, si tienes cojones nos vamos juntos a la Turdetania" y termina en la fecha presente.

Por medio, tres o cuatro tardes y/o mañanas semanales de sesiones de entrenamiento de 10, 15 y 20 kms., con el objetivo de llegar al 16 de Octubre a ser capaz de cubrir los 55 kms. del "II Trail Turdetania". Y es por todo ésto por lo que, después de 40 y pico días escasos de entrenamiento, estaba convencido de que ni mis piernas, ni mi corazón ni mi cabeza podrían aportar todo lo que, a muy buen seguro, habría aportado Zeb Tanketa. Por tanto, lo más que podía ofrecerles era mi compañía, esfuerzo, sacrificio y fuerza de voluntad hasta donde mi cuerpo me lo permitiese.

Así que, guiado por los cantos de sirena de Zeb Presi y Zeb Cretario, acudiría a la cita sin presión y con la mirada puesta en que me sirviera como el más firme entrenamiento para mi primer objetivo marcado y haber cubierto entre 28 y 53 kms. (una o dos vueltas). Por medio, decenas de mails, cientos de whatsApps y alguna que otra llamada telefónica dándoles el coñazo a éstos dos últimos y, por supuesto, a Zeb Siglo y Zeb Mago, Master and Commander de la logística y la farmacopea, para que entre todos me ayudaran a pasar desapercibido como si de un corredor más me tratase. Y doy fé que lo consiguieron, porque cuál chiquillo chico seguí todos y cada uno de los consejos que me iban dando (aún cuando llegaran a ser contradictorios entre ellos mismos, jajajaja, si en el fondo son chiquillos de cuarenta y tantos tacos, jajajaja). No tengo más que palabras de gratitud y reconocimiento hacia los que son cinco de mis emmanos (coincidiendo con que el Presi lo es de sangre ¡Qué tío más grande!).
Muchas gracias a los cinco porque cada uno de vosotros, habéis aportado vuestro granito de arena para que en la madrugada del sábado al domingo pudiera llegar a buen puerto. Permitidme que no haga menciones especiales porque todos habéis sido la re-hostia. Pedro, Marcelo, Dani, Juan y Oli, ¡ ¡ ¡ G R A C I A S ! ! !

Y llegó el gran día. Y me llegó en el peor momento físico de los últimos dos meses (casualmente desde que me planteé hacer el loco andando por esos campos de Dios). Con unas anginas de tres días de evolución, décimas de fiebre, maldurmiendo la semana antes y el cuerpo y los músculos completamente engarrotados. Pensaba que aquello de que la noche de antes no se duerme, no me pasaría a mí; pues si algo podía ir peor aún en mí, así fue. Esa noche -después de una frugal barbacoa y una ingesta moderada de Cruzcampina-, y parafraseando a Sabina, me dieron la una y las dos y las tres…..y las cuatro y las cinco y las seis.

Y a las siete, todos en estado de revista para desayunar, ultimar detalles y marchar hacia nuestro particular Checkpoint Charlie, del que solo sabíamos que entraríamos antes de las 10 a.m. del sábado y saldríamos después de esa misma hora del día siguiente. En el trayecto hasta el pabellón, una vez dentro, solucionando los problemas con mi dorsal (que antes era de Salvi), viendo como mis veteranos compañeros saludaban y se abrazaban a antiguos y habituales compañeros de batallas, rivales pero sobre todo amigos, iban aflorando en mi estómago esas mariposillas provocadas por un cúmulo de sensaciones. Nervios, ansiedad, concentración, responsabilidad, intriga, desconocimiento, abnegación, eran algunos de los sustantivos que hacían sentirme así, pero sobre todo el de compromiso. Compromiso con esos cuatro fieras a los que, de ninguna de las maneras podía suponerles un lastre en su objetivo común.

¡¡¡BANG!!! 10.00 a.m. La carrera acaba de comenzar. Avanzamos por las calles aledañas al pabellón en busca de la primera pista (voy como un chiquillo con zapatos nuevos), vamos cantando, contando chistes y, en definitiva, formando el taco (como para pasar desapercibidos). Nuestras camisetas amarillas fluorescentes no pasan desapercibidas para nadie, son la sensación……Causa Sin Pausa, pueden leer los de atrás. Es en ese momento cuando nuestra liebre gaditakeniata, Zeb Perman, se lanza en solitario a la aventura. Sabemos que lo hará genial porque está sobrado de confianza, tal y como me confesó en petit commité, momentos antes.

Así, empezamos a adentrarnos en los 6 primeros y temibles kilómetros, estirándose el pelotón de los casi 400 corredores, marchando por tanto entre muchos desconocidos, cosa que no fue impedimento alguno para que los peos,……sí, los peos, no tardaran en llegar, “carajo, dejá de peerse”, “que ha sío una rama, joé”, “¿una ramaaaaaa?”, jajajajaja. Son momentos de risa, hasta de euforia, diría yo. Y marchamos a 6 km/h., decidido no sé por quién, pero aritméticamente controlado por numeritos Zeb Siglo, al que no le salían las cuentas (como a la mayoría) de por qué se iba a 6 y no a 5 y pico. Y así, a ese ritmo, fuimos pasando kilómetros y algunos de los miembros de la expedición pronto empezaron a tener problemas….una hernia de última hora, una rodilla maltrecha, hacían peligrar el objetivo común, por lo que los miembros fuertes del quinteto, ejerciendo su veteranía y papel de líderes empezaron a mover al grupo para que la unidad siguiera lo más compacta posible y, cuál chicle Boomer, tan pronto nos estirábamos como, afortunadamente, nos reagrupábamos. He de decir que para mí fueron momentos en los que me sentí enormemente egoísta e insolidario, pero entendía que no era yo, el novato, el que tuviera que salir al rescate de nadie, que “¿quién era yo, con escasos kms. en mis piernas, para ejercer ningún papel de gregario?”. Al contrario, aunque me veía sobrado de fuerzas, pensaba “como me descuelgue de la cabeza, hasta luego Lucas” y lo último que quería era hacer un mal papel ese día.

Ya en frío, cuando pienso sobre aquello, me doy cuenta que empecé la carrera pensando en mí y en individual y la terminé pensando en el equipo y en colectivo. Lecciones que da la vida de las que no se olvidan. A quién corresponda, que a buen seguro lo sabe, mis más sentidas disculpas.

Pasados los 19 primeros kms., tuvimos algo así como un golpe de suerte que nos dio una moral increíble. Acabábamos de pasar el tercer punto de control, situado junto a la Torre del Tajo y enfilábamos cuesta abajo un largo sendero a pié de acantilado desde el que podía divisarse perfectamente no solo el mar, sino todo el perfil de la costa barbateña hasta Zahara de los Atunes e incluso las montañas y la costa del continente africano, cuando de repente y señalando hacia un barquito pesquero, dice Zeb Presi: “en ese barco van ésta gente” (nuestras mujeres e hijos). Y como cinco naúfragos pidiendo auxilio, pero sin perder el caminar, empezamos a hacer y dar todo tipo de aspavientos, cucamonas, gritos y silbidos, hasta que, tirando de GSM todos conseguimos mantener contacto visual y auditivo con nuestras familias. ¡¡¡Qué subidón!!!

Y tras eso, antes de encarar el tramo final de la primera vuelta, tocó subir el Hoyo Palancones y bajar por La Trampa, otros de los tramos complejos del recorrido. Si los nombres ya tiran para atrás, ni os cuento verse allí sobre el terreno. En esa trampa no estaba Catherine Z Jones precisamente.

Total, que cuando nos quisimos dar cuenta, ya estábamos llegando al pabellón, Zeb Perman volaba hacia su segunda vuelta y mirmano daba por hecho que yo me quedaría a cubierto, a hacer calceta o escuchar “Tiempo de Juego”, pero en mi mente en ese momento no cabía otro pensamiento más que “voy de puta madre, no me quedo ni de coña”. El caso es que se marchó rápido, muy rápido para el terreno tan hostil que, por momentos, pisábamos; y tras pasar los tres pertinentes controles del circuito, completamos esa primera vuelta de 28 kms. en unas meritorias 4,30 horas, siendo además el quinto equipo de un total de nueve inscritos.

Parada de reposición. Quitarnos la arena de los pies (en cantidad suficiente como para hacer un castillo), cambiarnos de calcetines, un compeed por aquí, otro por allá, ensalada de pasta, sándwich variado, coca-colita, aquarius y a correr……bueno, a andar. Tras esa parada de casi 40’, todos íbamos relativamente reconfortados y decidimos (no sin discrepancias) bajar el pistón respecto a la primera vuelta, en pos de no llegar demasiado tocados para poder afrontar las dos últimas y temidas vueltas nocturnas.

Esa segunda vuelta, marchamos mucho más agrupados, sin descuelgues de importancia, no solo por el menor ritmo, sino porque Zeb Mago peleó como un jabato contra su hernia, Zeb Siglo se olvidó de que le dolía la rodilla, Zeb Cretario con alguna ampollita y unos incipientes cordones de soldadura en la zona inguinal estaba hecho un roble, Zeb Presi parecía ni sentir ni padecer y yo, con un poco de todo lo que tenían los demás y olvidándome por completo de mis anginas, parecía haber desayunado adrenalina con tropezones.
Entonces tuvimos otro momento mágico, el encuentro físico con los nuestros, a los que habíamos puesto sobre aviso de nuestra llegada y que nos esperaban en Los Majales del Sol, puesto de control número 2.
Como íbamos haciendo turnos (no pactados) para tirar del grupo e ir marcando el ritmo (Presi aparte, que iba diez o veinte metros por delante, jajaja), tres kilómetros antes de ahí, me puse a piñón y, mezcla de inconsciencia y de conciencia me fuí despegando de los compañeros sabiendo lo que me esperaba 3.000 metros más adelante y que, de ahí, volveríamos a salir agrupados. Como era de esperar, regocijo, palmas, vítores y toda clase de halagos en una serie de frames consecutivos que para siempre quedarán grabados en mi memoria.

El resto hasta terminar los primeros 53 kilómetros, más de lo mismo, arena, más arena, mucha más arena y algún cuestón cuesta arriba y abajo, para un total de unas 4,50 horas. Como dato anecdótico….¡¡¡ya estábamos tocando chapa!!! Dos de los equipos que nos antecedían se habían roto y éramos virtualmente terceros.

Segunda parada. Algo más tocadetes. Zeb Cretario visita al podólogo, yo paro 5’ en el fisio para descargar un poco los cuadriceps y todos pasamos por la ducha para encarar la noche con ropa limpia y algo más de abrigo. Tras alimentarnos convenientemente, resanar nuestras heridas y protegernos contra la noche y los mosquitos, frontales en cabeza, partimos casi una hora y cuarto después de nuestra llegada.

Efectivamente, salimos de noche y el recorrido que tan claro era una vuelta antes, ahora no lo es tanto, porque aunque está completamente balizado y señalado con barritas fluorescentes, hay tramos en los que llegamos a plantearnos si nos habremos equivocado; y andamos unos metros con fe ciega en que vamos por el buen camino, como así sucedió siempre. En este punto, aún hay algún que otro colgado que, ¡¡corriendo!! nos rebasa camino de su cuarta o quinta vuelta (si es que hay gente pá tó, carajo).

Estamos ante la vuelta crítica, la que todos sabíamos que marcaría el devenir definitivo de nuestro paso por La Breña. Todos y cada uno de nosotros entendíamos que, en función a como fuéramos ese tercer giro y la hora a la que llegáramos a los 78 kms., definiría si salir a por la cuarta era una locura factible o una utopía. Encontramos un plus de motivación cuando al paso por el primer punto de control sabemos que el segundo clasificado en categoría de equipo marcha (¿solo?) a 50’ por delante de nosotros. Pero no era suficiente, el EQUIPO anda castigado, alguno me recuerda a Robocop (¡qué güeno, Loko!) y las dudas cada vez son mayores. Se echan todo tipo de cuentas, se sopesan los pros y los contras y durante muchos kilómetros la conversación gira en torno a eso. Yo me encuentro mejor que nunca (o al menos, esa era la señal que mi cabeza mandaba) pese a llevar la garganta muy tocada, 5 ó 6 ampollas en los pies y otro cordón de soldadura que, naciendo en una ingle y rodeándome por donde mi espalda pierde su casto nombre terminaba muriendo en la otra ingle. Pero para entonces, ya había entendido y asimilado el concepto de la prueba y, sobre todo, de la palabra EQUIPO. Había salido pensando en hacerlo lo mejor posible y quería llegar pensando en hacer lo mejor posible por el grupo, por el EQUIPO.

Así que, tras dialogar, exponer cada uno sus razones y pensamientos e incluso hacer una votación improvisada, decidimos que corremos demasiado riesgo en intentar hacer una última cuarta vuelta con el peligro que podría conllevar que alguno se rompiese y, todo lo trabajado durante el día y los 78 kms. que nos esperaban en Barbate, hubieran servido para bien poco. Más bien para nada, porque el Reglamento anula todo lo recorrido si, para la hora del pitido final, no te encuentras en el punto de partida.

No me queda ningún género de duda de que ese sábado-domingo sobre aquellas arenas, los había más rápidos (citius), más altos (altius) y más fuertes (fortius) pero pocos tan EQUIPO como lo éramos nosotros.

Una vez tomada la decisión, decidimos disfrutar de los que serían nuestros últimos kilómetros por esos parajes y, aunque nuestras piernas seguían marcando el ritmo, intentábamos bajarlo deliberadamente. Paramos incluso en un mirador durante 15’, frontales apagados, a recibir una clase magistral de Astronomía por parte de Zeb Presi, y no dejamos el buen humor que nos había acompañado desde que salimos hacía casi 17 horas. Ironías de la vida, al paso por el tercer punto de control habíamos recortado distancias con respecto a la Plata, la cual quedaba a unos 40’, misión imposible. Luego, en sesión de fisio, coincidí con dos de los miembros de dicho equipo (unos chavalitos de 20 y tantos años, dicho sea de paso) que me confesaron que, desde que vieron que íbamos pisándoles los talones en la primera vuelta, decidieron marcarnos y así salieron a carajo sacao nada más vernos llegar de la segunda vuelta, jajajaja, y nosotros ajenos a ello…..¡Qué güeno, Loko!

Para entonces, en los últimos kilómetros, yo sé que ya estoy haciendo historia (mi historia). Nadie podrá quitarme el honor de haber tenido los c_____s (cojones, jeje) de ir acompañando a semejante grupo de corredores pero, sobre todo, de impresionantes seres humanos y amigos, que en todo momento me arroparon, animaron y aconsejaron cual Zebulón más. Desde aquí, mi más sincero homenaje hacia los cuatro.

Los 78 kms. se culminan sobre las 3 a.m., fundiéndonos en besos y abrazos, no sin dejarnos embargar un poco por la emoción. Al menos en lo que a mí respecta.

De lo que pasó desde aquí, poco más, Oli llevaba casi 3 horas durmiendo, nos duchamos, fuimos al podólogo, otros nos quedamos al fisio y nos acostamos a las 6 a.m. y a las 8.30 a.m. todos en planta. Lo que vino después, un despropósito. No sin ciertos nervios, la organización nos confirma que somos terceros…….¡¡¡TERCEROS!!! y que subiremos al cajón, pero…….¿cuándo?, ¿a las 11?, no, ¿a las 12?, no, ¿a las 13?, no………¡¡¡A LAS 14!!! Sin duda esas 4 horas fueron mucho más largas que las 17 de travesía. Y, por todo ello, me queda una reflexión después de mi primera carrera y primer cajón, jejeje……..

¿SERÁ POR ESO POR LO QUE A LOS ZEBULONES NO NOS GUSTAN LOS TROFEOS?

A mi familia

Septiembre de 2.011
Zeb Miarma

4 comentarios:

Zeb Cretario dijo...

Este chico ha estado otras 24 horas Non Stop haciendo la crònica, jajajaja....la verdad es que a momentos me he sentido otra vez rodeados de pinos y de arena, sobre todo de arena.

Te das cuenta de lo dificil de mantener el equipo compacto cuando solo una tercera parte de los que salieron lograron terminar...como bien has dicho los habría más fuertes, más altos y más veloces pero fuimos los únicos en provocarle una tendinitis en el brazo al de la Cruzcampo.

Zeb Merkado dijo...

Primera carrera como zebulon, Primer podio, Y Primera crónica, creo que ningún Zebulon a debutado nunca tan sobrado de cualidades.
Enhorabuena, lo has echo todo muy bien Zebmiarma, eso sí, has jugado con ventaja, ya que ibas acompañado de lo mejor del club en esas aventuras, nada menos que de la junta directiva en pleno, y eso enseña mucho en muy poco tiempo, espero verte mas a menudo con la camiseta del club, y espero poder compartir alguna carrera contigo, a los demás ya se me acaban los elogios, cada vez hacéis cosas mas dificiles y encima lo hacéis mejor, sois unos monstruos mannos, (y no de feos).
Un abrazo grande y nos vemos en breve.

zebaristo dijo...

que pecha de leer¡¡me cago en la mar!!me duelen hasta los pies ,que de km dios mio .un miarma tenia que ser jejejeje.bienvenido pisha

sois unos campeones y los mejores compañeros.

un abrazo

Zeb Muro dijo...

Killo, ENHORABUENA A TODOS, tengo el ordenator estropeado, es fantástico, sois unos verdaderos campeones, ¡iiooleeee!, que alegría me dais tío, este club cada vez da mas de si, felicidades, un abrazo a todos.

¡iiioooleeeeee!!!

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El club Atlético Zebulon Macahan nace de la necesidad de un grupo de jovenes de divertirse corriendo. De esta forma aunan fuerzas para competir en todos los eventos que se celebran, principalmente en la provincia de Cádiz. Es un club formado por grandes corredores, atlétas que son capaces de hacer el tan conocido "kilómetro negro", si los ves corriendo por las calles de San Fernando, Carboneras o Isla Cristina no dejes de echarles el lazo. A su vez son grandes amantes de los triglicéridos, ácidos úricos y grasas polisaturadas que generan los productos cárnicos, derivados del pórcino o vacuno, y los grandes manjares que nos da la mar.